Coaching Ontológico Personal

Del latín conversari que significa vivir, dar vueltas, en compañía; conversāre que significa juntar versiones o Conversus que significa convertirse.
A través de la conversación damos forma a nuestro vivir, damos vuelta a la experiencia a través del uso de nuestro lenguaje, solos o en compañía vamos juntando nuestras versiones y nos convertimos en lo que decimos y convertimos nuestras palabras en nuestras realidades. Conversar para crecer.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo ?



Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo,
Que nadie establece normas salvo la vida,
Que la vida sin ciertas normas pierde forma,...
Que la forma no se pierde con abrirnos,
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente,
Que no está prohibido amar,
Que también se puede odiar,
Que el odio y el amor son afectos,
Que la agresión porque sí hiere mucho,
Que las heridas se cierran,
Que las puertas no deben cerrarse,
Que la mayor puerta es el afecto,
Que los afectos nos definen,
Que definirse no es remar contra la corriente,
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja,
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio,
Que negar palabras implica abrir distancias,
Que encontrarse es muy hermoso,
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida,
Que la vida parte del sexo,
Que el “por qué” de los niños tiene un porqué,
Que querer saber de alguien no siempre es curiosidad,
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana,
Que nunca está de más agradecer,
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo,
Que nadie quiere estar solo,
Que para no estar solo hay que dar,
Que para dar debemos recibir antes,
Que para que nos den hay que saber también cómo pedir,
Que saber pedir no es regalarse,
Que regalarse es, en definitiva, no quererse,
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos,
Que para que alguien “sea” hay que ayudarlo,
Que ayudar es poder alentar y apoyar,
Que adular no es ayudar,
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara,
Que las cosas cara a cara son honestas,
Que nadie es honesto porque no roba,
Que el que roba no es ladrón por placer,
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo,
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte,
Que se puede estar muerto en vida,
Que se siente con el cuerpo y la mente,
Que con los oídos se escucha,
Que cuesta ser sensible y no herirse,
Que herirse no es desangrarse,
Que para no ser heridos levantamos muros,
Que quien siembra muros no recoge nada,
Que casi todos somos albañiles de muros,
Que sería mejor construir puentes,
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve,
Que volver no implica retroceder,
Que al retroceder también puede ser avanzar,
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol ...

Mario Benedetti

Invencible



Desde la noche que sobre mi se cierne,
Negra como su insondable abismo,
Agradezco a los dioses si existen
Por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia
Nadie me vio llorar ni pestañar.
Bajo los golpes del destino
Mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
Yacen los horrores de la sombra,
Pero la amenaza de los años
Me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
Cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
Soy el capitán de mi alma.


William Ernest Henley




lunes, 9 de diciembre de 2013

Cuando me amé de verdad

Cuando me amé de verdad, pude comprender que en cualquier circunstancia, estaba en el lugar correcto a la hora correcta. Entonces pude relajarme.
 
Cuando me amé de verdad, pude percibir que el sufrimiento emocional es una señal de que estoy yendo contra mi verdad.
 
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente y comencé a ver que todo lo que sucede contribuye para mi crecimiento.
 
Cuando me amé de verdad, comencé a percibir como es ofensivo intentar forzar a alguna cosa a alguien que todavía no está preparado - incluyéndome.
 
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuera saludable: personas, tareas, creencias y -cualquier cosa que me disminuyera. Mi razón llamó a eso egoísmo. Pero hoy sé que es amor-propio.
 
Cuando me amé de verdad, dejé de temer mi tiempo libre y desistí de hacer planes. Hoy hago lo que creo correcto y a mi propio ritmo. ¡Y como es bueno eso!
 
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con ello, me equivoqué en menos ocasiones.
 
Cuando me amé de verdad, desistí de estar reviviendo el pasado y de preocuparme con el futuro. Eso me mantiene en el presente, que es donde la vida sucede.
 
Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando la pongo al servicio de mi corazón, se vuelve una gran y valiosa aliada.
 
Anónimo

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Lindavista.Ciudad de México, Ciudad de México, Mexico
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