Coaching Ontológico Personal

Del latín conversari que significa vivir, dar vueltas, en compañía; conversāre que significa juntar versiones o Conversus que significa convertirse.
A través de la conversación damos forma a nuestro vivir, damos vuelta a la experiencia a través del uso de nuestro lenguaje, solos o en compañía vamos juntando nuestras versiones y nos convertimos en lo que decimos y convertimos nuestras palabras en nuestras realidades. Conversar para crecer.

domingo, 22 de abril de 2012

La vasija y la ambición




Había una vez un hombre pobre y un hombre rico que vivian cercanos.
El hombre pobre tenía mucha familia, y se la pasaba llorando al ver las comidas tan exquisitas que hacia la familia rica.
El hombre pobre se fue una vez a la montaña y allí se le apareció un viejito y le dijo:
- Buen hombre. ¿Por qué lloras?
- Y le responde el hombre pobre. ¿Cómo no voy a llorar, al ver que en mi familia no tenemos para comer, no tenemos trabajo y ver tan pobres que estamos en casa?
- El viejito le contestó: Yo te voy a dar una vasija que te dará: comida y todo lo que necesites cuando lo pidas. ¿Te parece?
- Y el hombre contestó: por supuesto que si…
Cuando el hombre pobre llegó a su casa, comenzó a pedirle a la vasija que le diera mucha comida para él y toda su familia, ya que habían pasado muchos días sin comer. Y la vasija se lo concedió.
Pero no conforme con esto le pidió también que le diera ¡Mucho dinero! Y que nunca le faltará, para que con él pudieran comprar muchas cosas…
Luego, el hombre pobre siguió pidiéndole y pidiéndole, hasta que se hizo mucho más rico que su vecino el “hombre rico”.
Y llegó el día en que la vasija, desapareció, desesperado subió nuevamente a la montaña en busca del viejito, para que le diera una vasija nueva, pero el viejito ya no estaba.
Era tanta la ambición que comenzó a pedir dinero, y como nadie lo ayudaba la única solución que él encontró fue robar..
Pasaron los días, y él siguió en esa mala vida, hasta que un día cayó en manos de la justicia.
Su familia quedó totalmente desamparada, sus hijos mayores tuvieron que dejar de ir al colegio para ir a trabajar y mantener a los más pequeños, pues habían perdido todo lo que habían adquirido por medio de aquella vasija.
Después de un largo tiempo que este hombre estuvo encarcelado por todos los daños que había ocasionado, por fin le dieron la libertad quedándole solo la lección recibida.
Fue cuando él y toda su familia entendieron que las cosas se adquieren con esfuerzo, trabajo y perseverancia.

jueves, 19 de abril de 2012

El círculo del odio





Un importante empresario estaba enojado y regañó al director de uno de sus negocios. El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado porque había un abundante almuerzo en la mesa. La señora gritó a la empleada, que rompió un plato y le dio una patada al perro porque la hizo tropezar. El animal salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por allí. Cuando ella fue a la farmacia para hacerse una curación, gritó al farmacéutico porque le dolió la aplicación de la vacuna. Este hombre llegó a su casa y le gritó a su madre porque la comida no era de su agrado.

La señora, manantial de amor y perdón, le acarició la cabeza mientras le decía: “Hijo querido, te prometo que mañana haré tu comida favorita. Trabajas mucho, estás cansado y hoy precisas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor”. Lo bendijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos.

En ese momento se interrumpió el círculo del odio, al chocar con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor.

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