Coaching Ontológico Personal

Del latín conversari que significa vivir, dar vueltas, en compañía; conversāre que significa juntar versiones o Conversus que significa convertirse.
A través de la conversación damos forma a nuestro vivir, damos vuelta a la experiencia a través del uso de nuestro lenguaje, solos o en compañía vamos juntando nuestras versiones y nos convertimos en lo que decimos y convertimos nuestras palabras en nuestras realidades. Conversar para crecer.

jueves, 19 de julio de 2012

El buen amigo y el mal amigo

Había el mal amigo y el buen amigo. Se habían hecho un mismo fiambre, como dos hermanos y se habían ido a la casa de un hacendado porque eran pobres.

Caminaron mucho y se comieron el fiambre del buen amigo. Siguieron caminando hasta que el buen amigo le dijo al mal amigo «comamos tu fiambre». Pero el mal amigo le contestó «róete esos huesos que están allá». Unas hormigas estaban dando vueltas alrededor de unos huesos. Para ayudarlas el buen amigo los rompió y se les dio de comer.

Otra vez se fueron, lejos. Se encontraron con unos cóndores que no lograban comer una vaca. Entonces el buen amigo cortó un pedazo de la vaca y se lo dejó. Los dos amigos llegaron a donde el hacendado.

El mal amigo se quedó en la casa mientras el buen amigo fue a pastar la mula. Como había cebada para trillar en el cerro, cuando llegó la noche, el mal amigo dijo al hacendado "el buen amigo habla mal de ti. En un día no más, yo puedo acabar de trillar todo te va a decir".

Entonces, cuando éste regresó, el hacendado le dijo «a ver, corre y acaba de trillar». El buen amigo se fue llorando preguntándose «¿cómo hacer? ¡Si las hormigas a las que di de comer pudiesen volverse gente!» y realmente las hormigas se convirtieron en personas y en un ratito acabaron la trilla. Algunas trillaban mientras otras llenaban los costales. Luego, el buen amigo regresó a la casa del hacendado diciéndole «ahí está, acabé señor».

Pero el mal amigo le volvió a mentir al hacendado «‘podría hacer un caballo de madera’ te va a decir». Entonces el hacendado le ordenó al buen amigo «a ver, hazlo».

Este se fue otra vez, llorando. El cóndor, al cual había alcanzado carne de vaca para que coma, se transformó en un señor para ayudarlo. Se acercó bajo la forma de un señor y le dijo «conmigo lo vamos a hacer» y lograron construir un caballo de madera para que pueda montar la hija del hacendado. Entonces regresó a la casa de éste para mostrarle el resultado y se volvió su yerno.

Botaron al mal amigo quien se quedó triste, y se fue llorando.

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